miércoles, 16 de junio de 2010

La vida y sus combinaciones



Para Tí desde luego.. y para las mayordomas de San Juan


¿Qué es la vida? Para pregunta tan elevada una respuesta enigmática: la vida es una línea.

Sí, es una línea no exenta de sorpresas, alegrías o tristezas pero siempre hacia adelante y hacia lo dado. Sin ese devenir no podríamos imaginar un Destino ni un Fin de los tiempos, o laicamente, un nacer y un morir inevitables. Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo, como dice Joan Manuel Serrat.

Pero si la vida es una línea los humanos seríamos puntos que se suceden infinitamente. Para entender nuestra tristeza se aplicaría el teorema de Pitágoras; el amor sería la suma de los ángulos internos, quizá una ecuación de tercer grado; los días nublados podrían graficarse: en las abscisas la cantidad de sentimiento, en las ordenadas, el tiempo en que volverá a salir en sol.

Nunca podremos saber qué es la vida pero inventamos respuestas y afortunadamente tenemos mucho arte para no morir de tanta verdad. A través del arte se narra la vida en historias simultáneas que crean una red intrincada de personajes. Un individuo A realiza una acción que repercutirá en un sujeto B, y aunque el tiempo de A haya sucedido y sea materialmente imposible regresar a él, al comenzar la historia de B, el tiempo es lo de menos. La historia los unirá en un punto que desencadenará actos de tal importancia que de sus consecuencias dependerá ni nada más ni nada menos que el movimiento de la vida.

Entonces, la vida no es una línea, no puede ser una línea. La vida es azar, una mezcla de combinaciones que pueden surgir en la historia de los humanos. Lo que haga B puede ser la alegría de A, pero si C mete sus narices, B llorará a morir; sólo hasta que D por causas que sólo explica esa multiplicidad de combinaciones, aparezca un viernes cualquiera y se dedique a apagar faroles de las calles.

En la cultura china se aprecia mejor esa idea de las conexiones, del accidente que origina al mundo y condimenta la cotidianeidad. Si nuestro pensamiento prefiere una dialéctica en la que los opuestos de superponen, los chinos consideran que el mundo está en el momento exacto, a veces único e irrepetible, en que los elementos se unen para lograr la armonía del universo. La posibilidad de combinaciones es infinita, y por eso existen textos que hablan de las mutaciones, de la variabilidad, del significado de las combinaciones como el I Ching. Al final, hay más justicia en esa cosmovisión que conjunta la armonía de todos los elementos, lo mismo los vivos que los inanimados, y que privilegia el momento exacto en que se unen.

Apenas con esa complejidad podemos observar las relaciones de los individuos entre sí, incluso el amor, incluso la tristeza, la esperanza o el abrazo oportuno. Aunque no comprenderemos jamás el por qué de la vida podemos saber algo con la certeza de un matemático: el día de A espera la mezcla de las veintiséis letras del alfabeto.

viernes, 11 de junio de 2010

Música para caminar



Caminar es un acto entre liberador y exultante, pero también es un momento para los encuentros. En largas caminatas uno puede enamorarse, o como Kant, a fuerza de costumbre terminar a un instante de la locura. Caminar es seguir el propio ritmo, encontrar la respiración del cuerpo y las junturas de las piedras.
En lo personal me considero caminante aunque por circunstancias desconocidas (léase pereza) me resisto todavía a subir el Sacromonte, en Amecameca. Pero he caminado desde niño y estoy casi casi a punto de escribir un Método para caminar en Tepetlixpa. Los primeros pasos consisten en cerrar los ojos cada que sea posible, en acompañarse de un ser amado o lo suficientemente querido para que no nos considere locos (reconozco mi deuda, no es lo mismo caminar a solas), en determinar un punto de salida pero jamás limitar las llegadas y finalmente, un punto importante para los caminantes solitarios, el escuchar música.
Como he dicho en otros post, todas las listas son arbitrarias, pero hasta ahora la música número uno para caminar es la clásica. Sucede que la música es un vehículo deslizante y como los tlaloques, también barre el camino.
De modo que, si uno tiene los pies ligeros y parece que la caminata es un ensayo de vuelo propongo a Vivaldi, el Concierto para mandolina en sol mayor... uhm, la mandolina honor a la verdad ha sido medio secuestrada por las rondallas y los coros de las iglesias, pero la pieza es fenomenal:




Aunque otra opción, para días de viento y en los que sea necesario tomar un descanso es la versión coral del mismo concierto, interpretada por Bobby McFerrin y Yo-Yo Ma:



Finalmente, si su deslizar es más bien una sucesión de imágenes o camina por diversión y enamoramiento, deje al maestro barroco en casa y saque sus discos de jazz... o de tango. Para profundizar en su vida mientras desciende calles le propongo escuchar Panique au Theatre, un soundtrack de la película Armagedon, de 1971, del maestro Astor Piazzolla. ¿Por qué un soundtrack?, bueno, si en efecto a todo lugar le hace falta, como dice Borges, una poética y una metafísica, el mejor ensayo son las películas. Anímese, en su caminar podría ir al encuentro de usted mismo y con Panique estoy seguro que puede andar a veinticuatro cuadros por segundo... o escuchar veinticuatro veces seguidas la canción, que como una buena caminata tiene un punto de partida pero no sabemos a dónde nos puede conducir: