sábado, 30 de enero de 2010

Entre Historias y chismes... el ser humano es el mismo



Le pregunto a Mario ¿por qué te gusta la Historia? y el otro Mario no necesita pensarlo mucho. Me gusta porque la historia ante todo son narraciones. Cortas o largas, los hechos pasados como la vida de los hombres se basa en "contar historias". Mario, me gusta la historia porque es imaginación.
Pero también me gusta la Historia, porque aunque nunca se logre desentrañar la Verdad de los hechos pasados, es volver la cabeza a lo que somos. Asi que, fuera del dato duro, de eso de "es aburrida porque hay que memorizar fechas", la Historia no es sino la vida de personas que tuvieron la fortuna o la desventura de vivir antes que nosotros.
Finalmente, que no voy a hacer una apología, siempre quedan los datos curiosos, esos motores de la imaginación; esas anécdotas y comentarios que nos hacen ser los niños encantados por lo que nuestra abuelita cuenta en las noches. Entonces, a punto de entrar al gremio de los historiadores, les comparto una selección de esos "motores", tomados de Heródoto... el ser humano es el mismo: primera gran lección de la Historia. Feliz fin de semana:

[Persas] No está permitido vomitar ni orinar delante de otro… Acostumbran deliberar sobre los negocios más grandes cuando están borrachos. Lo que entonces les parece bien lo proponen al día siguiente, cuando están sobrios. (L. I, 133).

[Masagetas] Cuando uno llega a ser muy viejo, todos los parientes se reúnen, le inmolan junto con una porción de reses, cuecen su carne, y celebran un banquete. Esto se mira entre ellos como la felicidad suprema… (L.I, 216).

[Gindanes] Linderos de los macas son los gindanes, cuyas mujeres llevan en los tobillos muchas jarreteras de piel cada una, y las llevan por esta razón, según se cuenta: por cada hombre que las goza, se ciñen una jarretera. La que más lleva es tenida por la mejor, pues ha sido amada por más hombres. (L. IV, 176).

[Tracios] Los demás tracios tienen este uso: venden a sus hijos al extranjero. No guardan a sus doncellas, y les permiten unirse con cualquier hombre; pero guardan rigurosamente a sus esposas... Estar ociosos es lo más honroso; labrar la tierra, lo más deshonroso; la mayor honra es vivir de la guerra y de la presa. (L. V, 6).

Al ver todo el Helesponto cubierto de naves y llenas de hombres todas las playas y las llanuras de los abidenos, entonces Jerjes se tuvo por bienaventurado, pero luego se echo a llorar… “Me llené de compasión al considerar cuán breve es toda vida humana, ya que de tanta muchedumbre ni uno solo quedará al cabo de cien años”. (L. VII, 45).

[En la Batalla de las Termopilas] Se dice… que el más bravo fue el espartano Diéneces. Cuentan que… oyendo decir a uno de los traquinios que cuando los bárbaros disparasen sus arcos ocultarían el sol bajo sus flechas, tanto era su número, replicó sin amedrentarse ni tener en cuenta el número de los medos, que el amigo traquinio no les traía más que buenas nuevas, pues si los medos ocultaban el sol, la batalla contra ellos sería a la sombra y no al sol. (L. VII, 226).