miércoles, 20 de enero de 2010

"Amada, tú eres mi parte de mundo"



Desde el viejo Platón nos quebramos la cabeza para hablar del amor. Sería más fácil c dormir con la persona amada y dejar que sea ese lenguaje común a los sueños y al futuro progresivo el que de una idea del amor. Pero somos tercos... Platón celebró el Banquete para decir que el amor es un deseo de inmortalidad, una persecución de la belleza, un demonio intermedio entre dioses y hombres.
No conformes, siglos después, un judío con aureola de santo, hijo de Zebedeo y Salomé, leyó filosofía griega y la mezcló con las enseñanzas de su maestro para decir sin embagues que Dios es amor; y comenzamos esa loca carrera por encuadrar al amor: que es un logos, que es una potencia, que amor es Ser, que amor es pasión, que pasión es creación... que amor es todo y no se puede explicar.
Y del amor se seguirá hablando infinitamente. Discursos fríos como el de Santo Tomás, para quien el amor es solo la otra cara del odio, ámbos, hijos del deseo; o razonamientos positivos y simplistas como el de Spinoza: "amar a alguien es simplemente estar alegre y darse cuenta que la alegría nos llega de ese alguien". Teorías confusas y estrictas como las de un José Ortega y Gasset que establece tres supuestos del enamoramiento: condición de percepción, condición de emoción y condición de constitución. Pacifismos universales como los de Erich Fromm: lo que sostiene a la vida es el amor a la vida. Realidades bajo la cara de filosofía: "en asuntos del corazón, la razón no vale": Pascal.
Seguiremos hablando de amor porque es el gran misterio de la vida, junto a la muerte, pero sobre todo, por encima de la muerte, porque desgarra lo inalterable y muestra pedacitos del paraíso. Seguiremos siendo teóricos desarmados cuando el amor se hace presente.
Cierro los libros, dejo que descansen los filósofos.
Cierro mis ojos y sé que amo, comparto que amo, grito que amo, cuando aparecen revelaciones profundas y delicadas como unas manos trenzadas, un momento de silencio o un abrazo desesperado frente a los portones. Se que existe el amor no por las teorías ni por los hechos, sino por el sentimiento que recorre todo el ser.
Y que me hace decirte, sí, decirte y solo para tí, los versos de Ibn Hazm de Córdoba:

Te amo con un amor inalterable
mientras tantos amores humanos no son más que espejismos.
Te consagro un amor puro y sin mácula:
en mis entrañas está visiblemente grabado y escrito tu cariño.
Si en mi espíritu hubiera otra cosa que tú,
la arrancaría y desgarraría con mis propias manos.
No quiero de ti otra cosa que amor;
fuera de él no te pido nada.
Si lo consigo, la Tierra entera y la Humanidad
serán para mí como motas de polvo, y los habitantes del país,
insectos.

1 comentario:

  1. Muda, muda, muda y me quedo muda y mas muda, eso lo hace un invento raro de la naturaleza que llaman amor, me gusta su estado, siga así, que se le sigue leyendo. Abrazos.

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