miércoles, 29 de julio de 2009

Sahagún II

Sigue la delicia de Sahagún. ¿Cómo pasar inadvertido el idioma náhuatl?
No soy muy afecto a los indigenismos, pero me ha atrapado el sentido metafórico, la profundidad de las frases y la belleza de los conceptos:

Zan ye íxquic motlacatili- "Ya es toda mi obra"

Xalxócotl- "fruto de arena" (guayaba)

Cuappotzalli- "Espesura de muchos árboles que están juntos"

¡Caray! esa si que es la idea poética: vivo en un pueblo de laderas, a la distancia, lo cerca el cuappotzalli.

martes, 28 de julio de 2009

Bernardino de Sahagún

Cuando comencé a leer a Sahagún lo hice para hacerme de más datos sobre mis artículos de Tepe. Poco a poco me animé a entrarle a los tres tomos, y ahora que estoy a punto de terminar la lectura me ha quedado una sonrisa en la cara.
Sí, Sahagún es pesado, un libro es enteramente soporífero, pero hay un universo en sus páginas, otra forma de ver la Historia.
Me imagino al fraile Bernardino sentado frente a sus informantes, escuchando atentamente todo lo que decían; luego, instruyendo a sus escribanos sobre tal o cual frase que no checaba en la gramática latina. Algún día, Bernardino habrá sido invitado a comer una fruta, un cuauhzápotl que encontró delicioso, una iguana, un tamal o a beber chocolate endulzado con miel. Seguramente decía "¡esto es delicioso, lo tengo que escribir en mi libro!".
Lo que más me impacta de su Historia General es darme cuenta que la historia, además de datos, es la vida misma. Ya Yeli me lo había dicho un día, pero lo compruebo y lo ensalzo cuando uno encuentra que nuestra cotidianeidad de comidas, frutas, montes, ciudades, ríos, animales y remedios, entre otros, han estado mano a mano con el hombre desde hace siglos.
Además, contra los que piensen que el español vino a "imponer la cruz a sangre y fuego", hay que ver la delicadeza y el sufrimiento con que escribre sobre la peste de 1576. Se le lee preocupado, triste, pero aún con fuerza para describir las piedras preciosas, las aves y las yerbas medicinales.
¡Ah Bernardino... hasta te enfermaste de peste por andar de preguntón!
Ya abre el día y se puede ver al Popocatépetl. Sigo con mi sonrisa: ¿cómo se habrá visto el monje flaco, descalzo y con tonsura escalando las laderas del volcán?

lunes, 27 de julio de 2009

Tepe

Estar aquí en este pueblo es una más de mis dualidades, pues el campo me define y contiene, pero la ciudad es una aspiración, literalmente, de otros cielos.
Escribir sobre Tepe es un ahnelo, una filiación
que cabe en la definición de la identidad, cómo que aquí, bajo los cedros del panteón descansan mis antepasados; y escribo con una alegría que según me han dicho, a veces debería ser más risueña que formal. Aún hay mucho para Tepe, el pueblo que no tiene centro y que está en laderas, pero también quisiera tener a mano un extenso patrimonio en el cuál me vacie o transfigure, y eso sólo puede ser en la ciudad, que por cierto, después de un tiempo me hastía y necesito cambiarla por otra.
Ah.. para hacer un libro al estilo de Sergio Galindo... sólo que en Tepetlixpa, la neblina no es ese espíritu que cobra vida, en Tepe hay barrancas, laderas, cielo y como dicen los versos de Eduardo Mosches:

nubes
señales para un pueblo
que medita

La orilla de Masa

José María Corman escribió la letra, Mikel Erentux la canta.
Cómo llegar a la orilla de Carla, si no se volar, entre dos aguas... La cancioncita es pegajosa, de esas que pàrecen ser muy sencillas y sin embargo te dicen mucho, más si estás apagado como andaba en esos días.

¿Cómo llegar a la orilla de Masa? La literatura, algo deja, algo deja.