Caminar es un acto entre liberador y exultante, pero también es un momento para los encuentros. En largas caminatas uno puede enamorarse, o como Kant, a fuerza de costumbre terminar a un instante de la locura. Caminar es seguir el propio ritmo, encontrar la respiración del cuerpo y las junturas de las piedras.
En lo personal me considero caminante aunque por circunstancias desconocidas (léase pereza) me resisto todavía a subir el Sacromonte, en Amecameca. Pero he caminado desde niño y estoy casi casi a punto de escribir un Método para caminar en Tepetlixpa. Los primeros pasos consisten en cerrar los ojos cada que sea posible, en acompañarse de un ser amado o lo suficientemente querido para que no nos considere locos (reconozco mi deuda, no es lo mismo caminar a solas), en determinar un punto de salida pero jamás limitar las llegadas y finalmente, un punto importante para los caminantes solitarios, el escuchar música.
Como he dicho en otros post, todas las listas son arbitrarias, pero hasta ahora la música número uno para caminar es la clásica. Sucede que la música es un vehículo deslizante y como los tlaloques, también barre el camino.
De modo que, si uno tiene los pies ligeros y parece que la caminata es un ensayo de vuelo propongo a Vivaldi, el Concierto para mandolina en sol mayor... uhm, la mandolina honor a la verdad ha sido medio secuestrada por las rondallas y los coros de las iglesias, pero la pieza es fenomenal:
Aunque otra opción, para días de viento y en los que sea necesario tomar un descanso es la versión coral del mismo concierto, interpretada por Bobby McFerrin y Yo-Yo Ma:
Finalmente, si su deslizar es más bien una sucesión de imágenes o camina por diversión y enamoramiento, deje al maestro barroco en casa y saque sus discos de jazz... o de tango. Para profundizar en su vida mientras desciende calles le propongo escuchar Panique au Theatre, un soundtrack de la película Armagedon, de 1971, del maestro Astor Piazzolla. ¿Por qué un soundtrack?, bueno, si en efecto a todo lugar le hace falta, como dice Borges, una poética y una metafísica, el mejor ensayo son las películas. Anímese, en su caminar podría ir al encuentro de usted mismo y con Panique estoy seguro que puede andar a veinticuatro cuadros por segundo... o escuchar veinticuatro veces seguidas la canción, que como una buena caminata tiene un punto de partida pero no sabemos a dónde nos puede conducir:
No soy amante del andar, así que:¡Un aplauso, al caminar lengua abajo!
ResponderEliminar¡Y otro más, al caminar “el rastro”, a compás abierto!
Le amo joven Serrano