Esto debería ser para La Cara del Cerro, pero hay lugares que anulan las pertenencias y se convierten en un patrimonio universal; ese que no sabe de divisiones políticas ni de geografías. Hoy anduve descubriendo senderos antiguos. Los dominios de una familia del siglo XVIII que solicitaron 4 caballerías al rey de España aquí en los terrenos del poniente de Tepetlixpa. Di con el lugar a medias. Hay en efecto bardas coloniales, tecercas, una vegetación increíble y mucho sol... y también hay imágenes imponentes, como la de arriba, libélulas en movimiento, la flor más extraña del mundo porque parece que flota en el aire y se mece según la voluntad del viento. Libélulas matutinas, rojas, fetos de brujas que aún no son bolas de lumbre sino intentos de chispazos.
Y en un lugar, ya más cerca del pueblo, bajo los pies del Iztaccíhuatl, los amarantos.
Las terrazas de maíz, el sistema indígena de cultivo en terrazas, los texcales, lugar bravío de este rumbo, los caminos anegados.
Historia en movimiento. Pero es en serio, habrá más de esto en la Cara del Cerro.
Y en un lugar, ya más cerca del pueblo, bajo los pies del Iztaccíhuatl, los amarantos.
Las terrazas de maíz, el sistema indígena de cultivo en terrazas, los texcales, lugar bravío de este rumbo, los caminos anegados.
Historia en movimiento. Pero es en serio, habrá más de esto en la Cara del Cerro.
Es Amaranto, debía ser hay pocos lugares en el mundo así.
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