jueves, 25 de febrero de 2010

El Adab, el Saber, la Tarea y el Sueño



Ahora que he estado frente a lecturas cuyo fondo no es sino una forma de visualizar el proceso de civilización me tengo que detener a indagar sobre el conocimiento. Confieso que le he dado vueltas y que he abusado del término "epistemología". En los ratos que le he robado a la tarea retomé un viejo cuaderno de notas que ahora justo es lo que quiero compartirles.
Tengo cierta afición por la cultura árabe. De ellos tomo el concepto ADAB, que se utiliza como Saber. Adab, en efecto, significa "saber hacer, saber comportarse en sociedad y saber conocer", pues para esa cultura, el conocimiento no es un instrumento útil que reporta una ganancia, sino en el mayor sentido de la palabra, es acceder a la sabiduría.
Los árabes e hindúes, en sí, toda la civilización oriental, nos han legado una visión de sabiduría donde el conocer es trascender. El sabio oriental no busca el enciclopedismo o ser erudito, sino llegar a tal nivel espiritual en donde la sabiduría le revela un espacio, un tiempo, una condición que ya no son normales sino supremos. El dilema es si ese estado es "humano" por ser lo "verdaderamente humano" o bien es metafísico. Ni podría ni conseguiría resolver eso, además de que no quiero aburrirlos, sino interesarlos en estas cuestiones.
El conocer para los árabes medievales significó hacerse de una serie de conocimientos que les permitirían trascender en su sociedad. André Miquel dice que el Adab es un "corpus de saberes" cuya finalidad es "otorgar el estatuto de hombre culto dentro de la sociedad" a todo hombre que sea realmente universal. Eso explica por qué los contemporáneos de Al Farabi (870-950 d.C.) estudiaban el Corán, desde luego, más derecho, medicina, música, filosofía, astrología, poesía y en una de esas hasta cómo ser buenos amantes.
Ese trascender no significa que aquel hombre culto, por el hecho de tener muchos conocimientos tuviera inmediatamente un puesto público o acceso fácil a la riqueza. Lo que quiere decir es en realidad, que aquel hombre culto, poseedor del Adab, está en posibilidad de alcanzar el máximo nivel del Ser humano y por lo tanto puede desarrollar cualquier actividad sin que eso implique menoscabo a su impronta de sabio (cosa que asquearía a Aristóteles, tan elitista el señor). Gobernante, médico, jurista, gramático, exégeta, astrólogo, filósofo o sacerdote, el hombre culto realiza esas acciones no por ser inteligente, sino porque su saber es un saber ser, un saber vivir, un saber conocer, un saber pensar, como dice Jamel Eddine Bencheikh; lo de ser buen amante no es solo para reír. El hombre con Adab se daría tiempo para ser poeta, conocer la seducción y poner en práctica una forma de vida intensa y exquisita (si no, lean Las Mil y Una Noches).
Acumular conocimientos pienso, no es para escribir una enciclopedia, sino para realmente, aprender el sentido de la vida. Pero estoy pensando muchas cosas y la tarea no avanza como debería. Tengo sueño...


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