Música de Mikel Erentxun puede recetarse en boticas de antaño, atendidas por dependientes bonachones con cara de niños y miradas tiernas, que dirán: "ah, sí, escuche al de Donosti... para mal y para bien siempre tiene algo que contarle".
Y salgo de esas boticas, llenas de tarros y de olores encontrados para ir a la Parroquia, al último rincón de Tepe que esté a salvo de los sentimientos y me sentaré a escuchar su música. Pero... aunque no sea de botica, aunque sea de mi maltratada colección de música, lo escucharé. Hace falta, hace falta:
Y salgo de esas boticas, llenas de tarros y de olores encontrados para ir a la Parroquia, al último rincón de Tepe que esté a salvo de los sentimientos y me sentaré a escuchar su música. Pero... aunque no sea de botica, aunque sea de mi maltratada colección de música, lo escucharé. Hace falta, hace falta:
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