miércoles, 25 de noviembre de 2009

Mario "walking arround"



Locos. Locos. Jesús exorcizó a unos y metió sus demonios en cerdos que se despeñaron en una laguna. Mahoma recitó de memoria que los locos son también endemoniados... y que en los poetas los demonios se ensañan.
Luego Foucault. Un loco para escribir la historia de la locura; para describir los tratamientos, los cubetazos de agua y el desprestigio social del "tocado". Pirados, dementes, endemoniados, chiflados, loquitos... legiones de valerosos hombres y mujeres que pueden pitorrearse de lo común y entender el idioma de los perros. Juan se acurrucó en la cruz del atrio. Su barba mugrosa le daba un aire de apóstol, con una biblia de cartón y báculo de escoba. Juan, nuevo evangelista de evangelios apócrifos. Sacó de pronto un cristal mágico, fondo de caguama, para otear el horizonte y ver las estrellas. Tomó apuntes en su memoria y luego pateo a su perro, iconográfico animal para futuras representaciones del santo loco. "Lo ves Perro, las estrellas no mienten. Perdóname que te pegue, pero luego te pierdes en tus discursos y tus amores. Vámonos cabrón, a tí te quiero más que a los niños".
Locos, vivan los locos. Admiro a los locos, al valeroso Chayanne, por otro nombre "La Paxcona" (¿qué es Paxcona? sólo Dios y los abuelos saben) que carga su bulto de tierra, enseña las nalgas y se da el lujo de caminar a las doce de la noche rumbo al Pueblito, Cuecuecuauhtitla (sí señores, debe ir con la "h").
Lo veo sentado en las tiendas, con su sonrisa milenaria, su botella de refresco y su cristal para ver las estrellas; si enfermo o embrujado da igual. Chayanne/Paxcona rie, se pitorrea del frío, de la maledicencia, se rasca la barriga; es el único al que se le perdona que devaste el monte para buscar tierra; se deja la barba de hierático Barrabás o de un Yojimbo en tierras del volcán. Me mira y sonrie.
Es Paxcona/Chayanne contra mi formación basada en Descartes: cogito, ergo sum; contra la lógica analítica, contra Austin, contra Eduardo García Máynez y sus catorce horas de estudio. Vuelvo los pasos sobre mi escritorio, sobre los libreros que casi he terminado de revisar y sobre mi cara. Vuelvo sobre mi rareza, mis días colgado de recuerdos, las mujeres que han pasado y la ansiedad de días que "ya casi" vienen.
Los gritos desde La Castañeda retumban en la noche y el buen Renfield pide a gritos que le manden moscas y gatos para preparar la venida del maestro. Hermano Renfield, espera, que ya te consigo tus gusanos: ¡buen atracón te darás!
Termino el día. Mi reino por un caballo, mi cordura por un poco de locura, para ser la orilla de Masa donde Mario "walking arround":

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

[...]

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapatería con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

(Que Neruda también era un loco). Ciao!





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