viernes, 11 de septiembre de 2009

¡Paris!



Para Tere, claro


Al terminar de ver Paris (2008), la película de Cedric Kalpisch, recordé a mi queridísima amiga Tere y la plática que tuvimos hace unos días. Se trata de una película más sobre la Ciudad Luz que acude al recurso de tomar muchos personajes y hacer que sus historias se entrecrucen; mientras, retrata la realidad parisina con sus problemas de migración, trabajo, seguridad social e integración, temas de los que platiqué con Tere hace poco.

Pero a diferencia de otras cintas, en esta película se siente un lugar común respecto a que, lo que se intenta decir no sólo es la descripción de los lugares o los dramas de las personas, sino el intento de sondear a los hombres para la universalización de sus conciencias.

El tomar a muchas personas como el eje de la película exige volver sobre las teorías de redes y del Caos que demuestran la conexión interna del desorden y a través de esa conexión, que los hombres estamos más unidos entre sí que por la mera coincidencia. Eso es fabuloso es París porque no es la casualidad la que une a los personajes, sino una fuerza poderosa e inexplicable que a mi modo de ver, simboliza la grandiosidad de la civilización sustentada en su miseria y fragilidad. Porque Pierre (Romain Duris), al enterarse de que puede morir, comienza a observar a todos sus congéneres con una mirada más atenta y comienza a entrar en las personas y sus vidas, más no explícitamente sino en las invenciones que les otorga, y en la sentencia que sólo su condición de desahuciado le permite emitir, para decir que todos somos grandes a pesar de los problemas y que todos, siempre, estamos inconformes con la vida.

Más no es una película simplemente optimista. Se trata del encuentro de los seres humanos tal cuál son: conflictivos, problemáticos, celosos, ansiosos… por eso la necesidad de varios personajes, de muchos ángulos y caras en diversas situaciones de la vida.

Paris película-ciudad se convierte en la antonomasia de la humanidad: el centro físico de la vida. Pero ojo, en el transcurso de la cinta, la ciudad se diluye para dar paso a lo verdaderamente importante: las personas. Ya en Roma, de Ettore Scola había visto lo mismo, que una ciudad no es ciudad por sus inmuebles sino por sus gentes… sólo que Paris, como dice Tere: “es grandiosa y llena de Historia”.

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