viernes, 28 de agosto de 2009

Ángeles

En septiembre, los católicos celebran sobremanera a los Ángeles, los seres más complicados de las religiones por estar entre lo divino y lo profano. Un texto católico (pero no estoy seguro si el Breviario o un misal mensual) dice sobre éstos seres:

El nombre de “Ángel” designa la función, no el Ser del que lo lleva, por eso no siempre pueden ser llamados “ángeles”, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman Ángeles. Los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman Arcángeles. A través de sus nombres conocemos cual es su misión específica para la cual son enviados: así, Miguel significa “Quién como Dios”; Gabriel significa “Fortaleza de Dios” y Rafael significa “Medicina de Dios”.


Los judíos sin embargo no son tan técnicos con los ángeles y más bien los envuelven con misticismo e inescrutabilidad, pues “cada palabra que sale de los labios de Dios crea un ángel”. Los ángeles, “ministros de la voluntad divina” que mencionan los textos talmúdicos tienen una grandiosidad y belleza que no tienen los de la tradición católica. Dice un texto:


Cuando los ángeles, ministros de la voluntad divina, descienden sobre la tierra, son rayos y vientos. Ante el trono celeste son todo fuego.

Alrededor del trono divino hay cuatro grupos angélicos: a la derecha está el de Miguel, a la izquierda el de Gabriel, el de Ariel está delante, y detrás el grupo de Rafael.

Y todos perpetuamente salmodian a Dios.

Y con esa belleza poderosa, sólo hay que agregar el genio literario para crear imágenes perdurables (exclúyanse las cursilerías que lo han tomado prestado) como la que creo Mario Benedetti: “cuando los ángeles hacen el amor, llueve en la tierra”.

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