Primero, el tango. Indescriptible la fuerza que imprimen los instrumentos que lo animan,:el violín, agudo lamento; el bandoneón, coro de voces para cada estado de ánimo.
Segundo. Increíble el poder de algunos escritores para "crear" entrañables mujeres. Han de haber más ejemplos, claro, pero mis mujeres consentidas que fueron creadas perfectamente en la mente de un hombre son 3: Emma Bovary, Otilia Rauda y Rosalba (de Rosalba y los Llaveros).
Las tres son creaturas completa y sinceramente femeninas. Piensan, actúan y son mujeres sin cortapisas. En el discutido y eterno dilema de las relaciones de género, debería hablarse más del poder de análisis y la sensibilidad de Flaubert, Galindo y Carballido para hacer que sus heroínas sean las mujeres más entrañables de la literatura. Emma siendo una mujer en busca del amor que surge en brazos de los amantes, es libre sobre todas las cosas. Otilia, la mujer voluptuosa de grandes pechos y caderas incitantes, es fortaleza, una luz que brota de su femineidad para que toda ella sea el misterio y no se termine el encanto de su cuerpo hermoso cuando le vean la cara. Rosalba, la sabelotodo que trastoca el orden de la provincia cerrada de los años cuarenta, es la mujer en busca de su esencia, de su acción.
Las tres, rayando en heroínas imposibles, se convierten además en mujeres plenas cuando asumen su debilidad como seres humanos; debilidad que no tiene nada que ver con estereotipos ni conseciones de ninguna índole, sino con la simpleza demoledora de que ellas, Emma, Otilia y Roslaba, como todas las mujeres del mundo (y como los escritores que las imaginaron) son suceptibles de sentir.
Y quizá, si no terminaran en el libro, volcarían sus sentimientos en un acorde de bandoneón.
Segundo. Increíble el poder de algunos escritores para "crear" entrañables mujeres. Han de haber más ejemplos, claro, pero mis mujeres consentidas que fueron creadas perfectamente en la mente de un hombre son 3: Emma Bovary, Otilia Rauda y Rosalba (de Rosalba y los Llaveros).
Las tres son creaturas completa y sinceramente femeninas. Piensan, actúan y son mujeres sin cortapisas. En el discutido y eterno dilema de las relaciones de género, debería hablarse más del poder de análisis y la sensibilidad de Flaubert, Galindo y Carballido para hacer que sus heroínas sean las mujeres más entrañables de la literatura. Emma siendo una mujer en busca del amor que surge en brazos de los amantes, es libre sobre todas las cosas. Otilia, la mujer voluptuosa de grandes pechos y caderas incitantes, es fortaleza, una luz que brota de su femineidad para que toda ella sea el misterio y no se termine el encanto de su cuerpo hermoso cuando le vean la cara. Rosalba, la sabelotodo que trastoca el orden de la provincia cerrada de los años cuarenta, es la mujer en busca de su esencia, de su acción.
Las tres, rayando en heroínas imposibles, se convierten además en mujeres plenas cuando asumen su debilidad como seres humanos; debilidad que no tiene nada que ver con estereotipos ni conseciones de ninguna índole, sino con la simpleza demoledora de que ellas, Emma, Otilia y Roslaba, como todas las mujeres del mundo (y como los escritores que las imaginaron) son suceptibles de sentir.
Y quizá, si no terminaran en el libro, volcarían sus sentimientos en un acorde de bandoneón.
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