lunes, 10 de agosto de 2009

Dos veces por semana


Para Ale

Vivían juntos dos veces por semana; diez veces al mes cuando el deseo llegaba de pronto. Ella, una más entre las mujeres; él, un tipo sin diferencias sustantivas, pero lograron unirse con sus emociones, con ternura y la delicadeza de su particular guerra amorosa.
Se unían en abrazos suaves como el roce de una tela. Él la tomaba de la cintura, la envolvía en sus brazos con una fuerza fuera de lo común, como tenazas que detienen al hierro en la forja. Ella le pasaba las manos por el cabello, besándole cada palmo de su cuerpo y finalmente, ceremoniosa y lánguida, los párpados.

Entonces eran un solo cuerpo, una guerra sin concesiones en la amplitud del dormitorio. Salpicaban las paredes con sus besos, detenían el vuelo de las aves y el mecer lento de las jacarandas. Eran un solo cuerpo, aunque en realidad eran dos cuerpos en el ojo del huracán de una cuerda destrenzada. Pero eran. Y las paredes se estremecían, los tejados se derrumbaban.
Ella se perdía, se encontraba luego en él. Se rodeaban de una luz blanca que vertiginosamente hacía que todo girara sobre ella; es que él detenía al mundo para que ambos estuvieran a punto de evadirse, a punto de la muerte. Entonces se desdoblaban, reflejo de un espejo. Él podía ver toda su historia en el rostro de ella, una historia que se remontaba a siglos de relaciones, desencuentros, búsquedas y ahí encontraba todo, nítido como la superficie de un vidrio. Todo en retroceso hasta justificarse en un grito profundo que arrastraba los años y a las personas.
Y los dos, tendidos al final de la guerra, con los ojos cerrados y las manos entrelazadas, podían escuchar el exacto sonido del encuentro de las olas, que justo en ese momento, atravesando todos los montes, sucedía en el mar.

3 comentarios:

  1. Hola
    Gracias por incluirnos en tu blog!
    Eres nuestro vecino de estado, aunque no te conocemos. Ojala te guste lo que hacemos!
    Ssludos
    Por La Cartonera
    Nayeli Sanchez

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  2. Los desencuentros siempre serán frúctiferos, como las manzanas más rojas que se encuentran en la copa del árbol,o las nueces envueltas en su cáscara como queriendo no salir, así como la sombra invade el desencuentro la luz alumbra los encuentros.

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  3. No, no, gracias a ustedes por leerme. Y claro que me agrada lo que hacen, espero comencemos a estar más en contacto.

    Y Yeli... ah... qué dualidades tan tremendas, ¿no es cierto?

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