martes, 18 de agosto de 2009

V de Venganza


Después de algunas dudas, me convencieron de ver V for Vendetta, una película del 2006 inspirada en la novela gráfica de Allan Moore, dirigida por James McTeiguen y con guión de los hermanos Wachowski. Aunque había visto fragmentos, me chocaba que el personaje usara una máscara bastante ridícula: blanca, con una risa burlona, bigotes exagerados y hasta chapitas; pero ya al verla con detalle y metiéndose en la trama, supe que la mentada máscara está inspirada en Guy Fawkes, el conspirador católico del siglo XVIII que pretendió hacer estallar el Parlamento y pasó a la historia por dicha conspiración y por la Noche de las Hogueras, que rememora su ajusticiamiento.

La película, contra mi inicial disgusto, me atrapó. Pero más que por los recursos gráficos, o por la verborrea del misterioso V que parecen interpolaciones de John Donne (hermoso el poema Remember, remember, the fifth of november…), por la ácida parodia de los sistemas políticos.

La película es otra invención sobre un probable futuro dominado por un grupo fascista que se encarga de “dirigir” la vida de sus ciudadanos a todos los niveles. Represión moral, inquisición sobre la cultura, voyerismo bajo la idea de protección y el sobajamiento del pueblo son el pan de cada día en esa Inglaterra futurista que sin embargo es la representación de toda la humanidad.

Polibio nos dejó la idea de que los sistemas de gobierno son cíclicos, y que de la democracia hay un paso a la tiranía. En un mundo como el de hoy, con tanta violencia e inseguridad, cualquier ciudadano cedería con gusto sus libertades a cambio de seguridad, no solo física, sino económica. V for Vendetta es entonces esa espada de Damocles que pende sobre nuestra cabeza; una representación alegórica de un mundo donde la “moral” es ley y donde las buenas intenciones, al corromperse por una exagerada confianza en el valor de las ideas de los “líderes”, termina siendo una opresión fatal.

Y las otras razones para que la película terminara gustándome serían, la presencia de Natalie Portman, siempre cambiante en sus papeles (aunque algunos críticos consideran fría su actuación, infantil incluso), y que V aún cuando dirige su actuar por la venganza, invita a la población a que recupere lo más valioso que tiene, lo único que le da dignidad frente a los demás y con mayor razón frente a los tiranos: la razón, porque, “las ideas no mueren” y porque “este país necesita más que un edificio. Necesita esperanza”.

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