“Un cuerpo desnudo es un cuerpo perdido”, oí decir un día. Y es que entre los secretos inescrutables del erotismo, se sabe perfectamente que la magia se pierde mientras más se conoce; mientras más adelantos hay de esa región que ha de ser sobre todo, insinuante.
Una lista de mujeres insinuantes sería cosa absurda siquiera de imaginarla. A la insinuación, sensualidad, mágico erotismo o cualquier otro cliché de la seducción no se le puede encerrar en números y categorías. Es mentira que exista la mujer más sexy del mundo.
Hay que detenerse para ver el encanto: la prestidigitación de mostrar un milímetro menos de piel antes del desnudo total, o seguir la línea de unas piernas, la silueta general de una sombra, el encanto caminante en las calles, para poder discernir si estamos ante un cuerpo más o ante un cuerpo perdido. Por eso se agradece que aún hayan quienes se nieguen al desnudo explícito; y por eso, entre la divinización física y la lejanía terrestre van desfilando mujeres de la talla de Adriana Lima, llevando a cuestas sus secretos pero mostrando infinitas conjeturas en los ojos.
Claro que los ojos son órganos en los que tengo una fijación muy especial, pero mi forma de captar la auténtica seducción no puede reducirse a un cuerpo hermoso que para colmo, esté completamente desnudo. Por la debida atención que merece el captar el alto sentido de la insinuación erótica, no puedo elaborar como en muchos lugares, una lista de bellezas, ni perderme en los lugares comunes de muslos, senos o despampanantes caderas a reventar de plástico de las infinitas “estrellas” del momento.
Hay que tomarse su tiempo, observar su mirada y saber si aún queda magia o solo un truco maal vendido.
Yo alguna vez escuche la antítesis a eso de erotismo y no enseñar todo, palabras más o palabras menos decía: "Quien no desnuda su cuerpo, menos el alma" o algo parecido...
ResponderEliminarjajajaja